19 abril 2024

T R A J Í N

El cáncer de Lolita

 El cáncer de Lolita

Imagen OMS archivo

POR MARÍA TORRES.

Una historia que podría ser de Lolita niña, Lolita adolescente, Lolita treintañera o Lolita de la tercera edad. Es la historia posible de cualquier mujer, sin importar la edad. Ésta es una más, de las que conocemos, de personas cercanas que no aparecen en las protestas por falta de medicamentos, pero también han sido afectadas por ese mismo desabasto.

En noviembre de 2021, Lolita de 33, madre de un pequeño (de años cinco), médica de profesión, detectó que de una de sus mamas salía un líquido sanguinolento; al palparse éstas descubrió una pequeña protuberancia en la izquierda. Sabedora de lo que podría ser, pero recordando que hacía seis meses que se había realizado una mamografía, se tranquilizó.

Ella, quien, además de tener su propio consultorio, también trabaja en un reconocido lugar, se realizó inmediatamente una nueva radiografía para desechar lo que estaba temiendo. Y ciertamente, el resultado no fue nada alentado. Siguió con los otros pasos que, como médica, sabía necesarios. Confirmó lo que tanto temía.

Lolita es derechohabiente del IMSS, pues está asegurada por la empresa en la que trabaja. Llevó todos los estudios que tenía para que la trataran en esa institución. El médico familiar que le asignaron estaba, curiosamente, en el consultorio 13. Ella no es supersticiosa, pero en esos días todo lo veía como un preludio nefasto. Tras la consulta la enviaron al hospital de zona para valoración del oncólogo, allí le dieron una cita para que acudiera a ese diagnóstico y tratamiento, de ser necesario, para tres meses después. Dijeron que estaban rebasados y no podían darle una cita más cercana. Por tal motivo, acudió al Hospital de Cancerología, ubicado en San Fernando, pero como era asegurada del IMSS no le dieron servicio. Sus amigos y colegas le recomendaron tratarse en una clínica privada, porque, de no hacerlo, su vida corría riesgo; así lo hizo. Empezó con estudios y tratamientos muy costosos, en los que la familia y amigos se han solidarizado con ella. Ha perdido varios kilos, ha mermado considerablemente su salud, ha perdido tiempo con su pequeño hijo mas no las ganas de darle batalla a la enfermedad. Está programada para que le extirpen las mamas este 18 de marzo (bendito mes de la mujer) y así seguir con la quimioterapia.

La mastografía es recomendada para mujeres mayores de 45 años, cada dos años. Entre un examen de rutina, que se practica usualmente después de los cincuenta, se puede desarrollar un cáncer probablemente mortal para algunas mujeres, y para muchas lolitas.

En algunos casos, si existe predisposición genética al cáncer de mama, es decir, si familiares cercanos han presentado cáncer de mama, se suele sugerir que se realice la primera mastografía desde los 30 años (algo que ignora la gran mayoría de las mujeres, pues no hay difusión al respecto). Lamentablemente el servicio médico al que tenemos acceso hoy, la gran mayoría de la población, carece de los servicios profesionales necesarios y de medicamentos suficientes contra el cáncer, para una pronta y oportuna atención.

No sólo mueren niñas por falta de medicamentos y de atención, también mueren personas de todas las edades, como consecuencia de una pésima administración pública que quita recursos a la procuración de la salud para dárselo a campañas de propaganda que garanticen la permanencia de un grupo gobernante que dice estar a favor del pueblo, o de una indolencia criminal de políticos que sólo se interesan en ellos mismos.